Victima imperfecta

La fiesta da un giro inesperado cuando Dary agrede a Aly, alterando por completo el ambiente que hasta ese momento parecía festivo. En medio del caos, Aly decide llamar a la policía, pero es Anna quien responde al llamado de auxilio y se encarga de que la situación no escale aún más. Gracias a su intervención, la agresión no llega a mayores, pero las consecuencias de lo sucedido marcan a todos los involucrados.

Al día siguiente, Aly intenta continuar con su vida como si nada hubiera ocurrido. Sin embargo, el trauma de la agresión sigue latente, aunque ella se esfuerza por minimizarlo y restarle importancia. A pesar de las huellas que dejó el incidente, Aly prefiere seguir adelante, mostrándose indiferente ante lo sucedido. Por su parte, Dary trata de encontrar consuelo en su propia versión de los hechos. Se convence de que la situación no fue tan grave y trata de justificar sus acciones para tranquilizar su conciencia, sin que esto le quite el sueño.

Mientras tanto, Anna, aunque inicialmente había actuado como una mera testigo, se siente impulsada a involucrarse aún más en la situación. Decide mantenerse al tanto de lo que sucede y jugar un papel activo en lo que parece ser el inicio de un proceso judicial.

El juicio comienza, y con él surgen las preguntas cruciales: ¿Qué puede lograr la justicia en este caso? ¿Es posible reparar el daño causado por una agresión física y emocional de este tipo? A medida que el proceso avanza, todos se enfrentan a las difíciles realidades de lo que significa buscar justicia y si, realmente, la ley puede devolver lo que se ha perdido. La historia pone en duda si la reparación emocional y psicológica es alcanzable a través de un sistema judicial, o si el verdadero perdón y sanación residen en otros ámbitos más personales.